domingo, 14 de septiembre de 2014

Dios-hombre?

El egocentrismo está impuesto por las religiones, fundamentalmente la católica, que afirma que el Hombre está creado a imagen y semejanza de Dios, lo que lo convierte en una especie de Ser superior. Esa actitud egocéntrica (donde el hombre es similar a Dios, y todo lo que lo rodea no lo es) provoca que el ser humano crea que es él quien domina, controla y modifica la naturaleza, cuando en realidad somos sólo una parte de ella, y en ella somos. Así, hacemos desastres con nuestra ecología, por el simple hecho de ser (creer ser) los dueños del mundo, de ser los elegidos para dominar la Tierra. No hace falta describir el aporte nocivo de los humanos para acelerar los cambios climáticos, y toda la lista de fenómenos que se deprenden de esas modificaciones.
Ay, Diosito...!
Quizás exista algún Dios, pero dudo que sea algún tipo de humanoide. El equilibrio ecológico es lo que mantiene al planeta en condiciones aptas para que vivamos. Si somos capaces de destruirlo, está claro que no somos superiores a ninguna otra especie, sino más bien todo lo contrario.
Este equilibrio, la íntima relación entre los diversos factores climáticos y naturales, es lo que creó y crea todo lo que vemos, somos, sentimos, y todo lo que no. Lo que alguna gente le atribuye a la figura de un señor de pelo blanco y barba (no se lo confundan con Gandalf...), no es más que la expresión de la interrelación entre los ecosistemas.
Más allá de las apreciaciones y creencias personales, lo que está claro es que la falacia de la superioridad humana está destruyendo ese equilibrio natural. Por lo tanto, desde mi punto de vista, el perro se está mordiendo la cola: la fábula religiosa destruye el equilibrio, eso que ellos llaman Dios.

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